La pregunta que anda dando vuelta por estos tiempos es: ¿está bien cancelar completamente a alguien por un dicho o acción?
Hace unos días me recibí oficialmente de profe de Yoga Kundalini 🧘♀️ Aunque terminé de cursar hace meses, igual me dio una emoción muy linda al recibir el mail de confirmación. Hace algunos años me hubiera parecido una locura pensar que iba a hacer yoga seguido, ni hablar de dar clases, pero en ese entonces también pensaba que hacer yoga era solo un tema de fuerza y músculo y resulta que el Kundalini es una práctica más espiritual, con menos foco en lo físico y más en la mente.
Como todo tipo de yoga nació en India y alrededores, y fue traído a occidente recién en los años 60 por Harbhajan Singh Khalsa (Yogi Bhajan para los amigos). Parece que al señor le hicieron bastante escándalo por mostrar estas técnicas fuera de su país, al ser consideradas tan sagradas. A mí eso me suena un poco a marketing, pero bueno de algo hay comer 🤗 Cuestión es que hace unos meses a este buen -o, como veremos, no tan buen- señor (fallecido en 2004) le empezaron a saltar varias acusaciones por abuso (porque ¿qué es un gurú sin aprovecharse un poco de sus seguidores?), muy al estilo del documental Wild Wild Country, que si no vieron recomiendo mucho, o como el de Bikram que también está en Netflix. Igual si tenés que ver un solo documental en tu vida sobre gurús yoguis que sea Kumaré, porque básicamente resume todo lo que estoy por escribir.
Cuando surgieron las acusaciones en contra de Yogi Bhajan, muchas personas empezaron a cuestionar su propia práctica, incluso si debían dejar de hacer yoga. Esto es parte de lo que se llama cancel culture: el boicot cultural a una persona o grupo de personas por un dicho o acción que puede ser desde un crimen hasta algo que simplemente nos cae mal. Mientras que antes una celebrity haciendo algo cuestionable podía ser hasta un chiste (Woody Allen "de novio" con la hijastra, jaja, qué gracioso, ¡qué Woody Allen!), hoy puede llevar automáticamente a la cancelación de su persona e incluso de todo lo que ha hecho en su carrera. La pregunta que anda dando vuelta por estos tiempos es: ¿está bien cancelar completamente a alguien por un dicho o acción? Quienes me conocen saben que mi respuesta de cabecera es “depende”, pero en este caso lo tengo claro: estoy en contra de cancelar a la gente (acto seguido me cancelan 100 personas).
Esto es el famoso “separar al artista de la obra" que viene de mucho antes del cancel culture y es algo que, por algún motivo, he practicado desde siempre. Supongo que es por no tener grandes ídolos. Y eso creo que es la clave de la cuestión. Si no pusiéramos a la gente -que al final del día, es eso, gente- tan arriba, no tendríamos que sorprendernos por las pequeñas cagadas o los nefastos crímenes que cometen. Además, hay una línea muy fina que se está cruzando en términos de libertad de expresión, no porque considere que los crímenes que puedan cometer son formas inofensivas de expresión eh, sino porque si el boicoteo se vuelve una práctica constante incluso sobre las opiniones más mundanas termina generando un espacio de miedo y autocensura que no hace bien a nadie. Y lo que es peor, da lugar a la acusación fundada -o no- de que alguien está siendo censurado, como este maravilloso clip de Death to 2020.
De ninguna manera esto significa validar a las personas que cometen estos actos, y muchísimo menos desacreditar a sus víctimas: hay que poner a la gente a hacerse cargo, hay que mejorar como sociedad, pero no bloquear todo mientras lo hacemos. Así que cuestionemos a nuestros ídolos o, mejor aún, no los tengamos. Pero sí me parece bien separar una cosa de la otra, sobre todo porque si no lo hiciéramos nos quedaríamos sin yoga, sin cine, sin música y Dios no lo permita, sin un montón publicistas.
*Originalmente publicado como newsletter el 5 de marzo de 2021.
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