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La curiosidad no mató al gato, lo hizo buen Planner

Actualizado: 15 nov 2021

Cuando te dan ganas de saber de todo.


Ahora que mis gatos llamaron tu atención, no voy a dar vueltas: la curiosidad es lo más importante que debe tener un Planner. No hay curriculum académico, capacidad analítica ni experiencia tan importante como una curiosidad infinita. Lo demás suma, pero un Planner que no busca la razón de la razón de la razón, difícilmente llegue a conceptos innovadores o insights relevantes (sí, en otra oportunidad hablaremos de los benditos insights).

La diferencia es que la curiosidad no se enseña, todo lo otro sí. Es un deseo innato de saber algo y, más importante aún, de entenderlo. Es el googleo constante de cada dato que nos deja pensando. Es básicamente no aguantarse no saber algo, pero no en el sentido de sentirse “out”, sino simplemente una necesidad de "no quedarse con la duda”.


Por eso me gustan mucho autores como Alain de Botton, que puede tomar temas como el amor, la felicidad o viajar y abordarlos de una manera sencilla desde distintos puntos de vista o referencias. También algo así es uno de mis newsletters favoritos: “Cómo funcionan las cosas”. Sin embargo -y aún estando lejos de ser el primero en pensar algo así-, siento que Netflix llevó al máximo la generación de contenidos para saciar a la gran cantidad de preguntones del mundo (porque todo Planner debe ser curioso, pero no todo curioso necesariamente es Planner). Uno de mis programas favoritos en este sentido fue Chelsea Does, serie de la comediante Chelsea Handler que abordó cuatro temas bastante controversiales desde diferentes miradas y siempre con su tono de humor irónico. En Pocas Palabras, e incluso el dudoso Goop Lab de Gwyneth Paltrow, responden también a esta estructura tan efectiva y hermosa, y hasta hubo un intento -bastante fallido para mi gusto- de ponerle un toque cuantitativo a la cuestión con la aburridísima 100 humanos.


Desde ya, todos estos son contenidos editados que piden a gritos ser profundizados. Pero a esta altura nada no está editado en el mundo: llámese película, artículo, pensamiento, todo lo que vemos y consumimos está pre-procesado. Y si algo no te cierra tenés que preguntarte por qué. Y después investigar por qué eso. Y después por qué eso otro. La vida del curioso es así.

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Como no podía ser de otra manera por estos tiempos, la curiosidad me llevó a leer sobre pandemias. Más allá de estar pegada a las noticias por momentos (que qué país está vacunando, que cuándo levantará la economía, etc.) o de leer reflexiones casi instantáneas como las de Slavoj Zizek -las recomiendo fuerte y pueden leerse acá-, ahora estoy un poco fascinada con Epidemics and Society de Frank Snowden, libro publicado en octubre de 2019 😳 (en inglés por ahora). No solo es muy interesante y completo: aborda la historia de la medicina, explica claramente las diferencias entre microbios, virus y bacterias y hasta aprendí que la palabra "vacuna" viene -mientras los escribo me suena obvio- de las vacas, sino que como muchos otros (libros, artículos, papers, ¡Bill Gates!) predijo muy claramente que tendríamos una pandemia tal como la que estamos viviendo y que estábamos cero preparados médica y socialmente. Y esto lo hace a través de una herramienta loquísima: la historia. Los estrategas tenemos un pequeño complejo de videntes pero creo profundamente que ni Planners ni Walter Mercado 🔮: los historiadores son los mejores futurólogos que hay.


 

*Artículo originalmente como newsletter el 19 de febrero de 2021.

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